Conocimos a Roberto Minervini en la última edición del festival, que le dedicó un foco a su Trilogía de Texas. Con una mirada atenta, distante e incisiva a la vez, y una amoroso respeto por sus personajes -ya fueran enfermas terminales, niños solitarios o adolescentes fundamentalistas cristianas-, Minervini se adentraba en ella en ciertos territorios de la cultura norteamericana que el cine no suele cartografiar. The Other Side continúa con esta indagación y da un paso más allá. Como una suerte de versión hardcore de sus exploraciones previas, Minervini se traslada a Louisiana para acompañar a una serie de personajes desclasados: adictos, dealers de poca monta, aspirantes a paramilitares; toda esa white trash que los EE.UU. barrieron bajo la alfombra. En un registro en que observación y puesta en escena se vuelven cada vez más difíciles de distinguir, Minervini se acerca hasta lo imposible a sus personajes, y nos hace partícipes de un universo ajeno y terrible, donde muy pocas veces asoma la esperanza. The Other Side podría caer fácilmente en el sensacionalismo, pero Minervini prefiere la moderación, aunque en el mundo que retrata primen los excesos. Y es que si hay algo especial en su cine, no son sus temas sino su mirada: una mirada que apuesta a un cine híbrido que, más que desdibujar el límite entre ficción y documental, aprendió, como sus protagonistas, a habitar en los márgenes.*
*Una versión más breve de este texto fue publicada en la revista Haciendo Cine